domingo, 28 de octubre de 2012

¿Y si no hay jardín? No importa, en la ventana también vale

Hace ya un tiempo hablé de la costumbre holandesa (aparentemente del sur de Holanda) de exponer los grandes acontecimientos anunciados en el jardín y ventanas de la casa.

Pues hace cosa de un par de semanas o así volví a pasar por la calle donde un cartel anunciaba hace ya cosa de año y medio que había unos recién casados dedicándose a la fornicación para encontrar en el jardín que les fue bien la cosa:

En la foto no se ve muy bien, pero la moto que monta el bebé dice: Harley Babyson xD

Pues debe ser que la calle esa es bastante productiva, pues unas puertas más atrás ya había visto que estaban compitiendo por monigote más grande y hortera:


En cuanto a los nombres, la verdad es que cada vez veo más y más cartelones en los jardines con nombres poco holandeses. Podrían pasar por bebés americanos, en serio. Aunque muchas veces ese no es su nombre "auténtico". 

Recuerdo cuando era pequeña que en algunos formularios preguntaban por tu nombre "cristiano" o de bautismo. Para mí eso era algo rarísimo, ¿tener un nombre distinto al que legalmente está escrito en tu partida de nacimiento? Pues los holandeses lo que hacen es que oficialmente tienen sus nombres de bautismo. Vamos, que te encuentras por la vida a muchos Johannes Jakobus Tomasus. ¿Y les llaman así? No, porque su nombre de pila acaba siendo uno completamente distinto: Jack, Hans, Tom...

Así que es muy posible que estos Bradleys o Julians del mundo holandés en realidad tengan problemas para que el nombre les entre en el billete de avión de Ryanair.

viernes, 19 de octubre de 2012

Roadtrip por Islandia. El Blue Lagoon y vuelta a casa

Nuestro último día en Islandia fue el más frío con diferencia de todo el viaje. Temperaturas de 8ºC en pleno Agosto no es algo a lo que estemos muy acostumbrados (bueno, viviendo en Holanda quizá un poco).

El autobús del Blue Lagoon nos recogía en el hotel para llevarnos a la estación central, donde ahí nos recogería el autobús hasta el lago. El conductor del primer bus era bastante gracioso y estuvo haciendo bromas sobre nuestros impronunciables nombres y el suyo, imposible para nosotras.

Mucha gente hace el mismo plan que nosotras. Como el último día en Reykjavik, si ya lo has visto el día anterior, no da mucho de sí, es buena idea ir a relajarse un rato a las aguas termales y después al aeropuerto, donde te lleva otro autobús directamente sin tener que pasar por la capital otra vez.

Estábamos preparadísimas para nuestra incursión en el spa: compramos antes de ir una cámara sumergible deshechable :D 

La diferencia de temperatura entre el agua de la piscina natural, de unos 38º, y el exterior, a unos 8º, hacía que salir fuera toda una aventura. Veías que la gente encogía en cuanto parte de su piel no tocaba agua. Tras un par de horas remojadas como garbanzos, tocó hacer de tripas corazón y salir correteando a por las toallas (que estaban mojadas, frías y tiesas), semicubrirnos con esa manta fría y correr para dentro.

Recomiendan que el pelo no toque mucho el agua porque tiene muchos silicatos que lo resecan. Es completamente cierto. Parte de las puntas de mi pelo se quedaron estropajosas a pesar de haberme echado litros de acondicionador.

Ya vestiditas y con el pelo seco (hay secadores en los vestuarios), fuimos a recoger nuestra maleta en el almacén donde te la guardan y a esperar al autobús que nos llevó al aeropuerto.

¡Qué maravilla de viaje! La naturaleza, los paisajes, los volcanes, cráteres, cascadas, aguas cristalinas, negras, blancas, lava, animales... te hace sentir tan pequeño y a la vez tan privilegiado de poder contemplar lo que se ha formado durante millones de años.

Espero que sea un hasta pronto y pueda volver algún día...

jueves, 18 de octubre de 2012

Roadtrip por Islandia. De camino a Reykjavik

Nos despertamos temprano (como prácticamente todos los días del viaje) y nos preparamos para marcharnos. En el hotel en Varmahlíð, llamado, oh sorpresa, Hotel Varmahlíð, el agua caliente proviene de las fuentes termales. Ojo con ducharse con pulseras, relojes, etc. ya que el azufre que contiene el agua estropea los metales. Nuestra amiga se duchó con un colgante que pasó de ser plata a sulfuro de plata.

La primera parada del día está a muy poquitos kilómetros del hotel: la iglesia de madera con tejado de turba en Víðimýri, construída en 1834, con un altar del 1727. Desafortunadamente llegamos tan temprano que no estaba ni abierta, y como ese día había que llegar hasta la capital, no nos pudimos esperar a que abriera :( Nos recordó a los vikingos por su fachada.

El paisaje en el último día de coche volvió a convertirse en gomaespuma verde. Las rocas volcánicas se cubren de musgo y líquen. En el noroeste hay muchas granjas donde poder alquilar caballos islandeses para poder pasear.

El siguiente alto en el camino fue Blönduós. Aprovechamos una paradita en la gasolinera para poder lavar el coche. La gasolina es caríiiisima, pero a cambio, el lavado del coche es gratis. Así que armadas de un cepillo-manguera, nos dedicamos a sacarle la roña al coche, que la tenía bien incrustada. A pesar de tirarnos unos buenos 10 minutos, al final seguía viéndose la mierda. Por lo menos los parabrisas brillaban y al sacar las maletas ya no las rebozábamos.

Lo más destacado de Blönduós es su iglesia de estilo super moderno que tanto se lleva por aquí. Esta se parece a un cráter. Como lo mejor está fuera y no dentro, pasamos de entrar. Pero teniendo en cuenta las iglesias en las que sí entramos, diríamos que entraban pocas personas y que no tenía mucha decoración :P

Continuamos por la carretera 1 hasta nuestra próxima desviación, para ver el río Hvítá, el río blanco, ya que se nutre de las aguas del glaciar y el sedimento le da este color. Nuestro objetivo era ver nuestras dos últimas cascadas y una central geotérmica.



Siguiendo la carretera 50 hacia Reykholt llegamos hasta un pequeño párking donde dejamos el coche para ver Hraunfossar:


Esta cascada surge como muchos arroyuelos saltando las formaciones de lava. De hecho, se llama la cascada de lava (hraun = lava).

Para poder ver bien esta y la siguiente cascada, Barnafoss, hicimos un rato el cabra por las rocas y los puentes que hay alrededor. No fuimos las únicas, de hecho, había una aspirante a modelo que acaparaba los lugares más fotogénicos para posar "casual total" con su ropa super guay.

En fin, que nuestra última cascada del viaje, Barnafoss, la cascada de los niños, se llama así porque dos niños murieron hace muchos muchos años intentando cruzar la corriente por un puente de piedra natural que había antes. Tras la tragedia, la madre ordenó tirar ese puente para que no volviera a pasar algo así.


Y ya de vuelta hacia Reykjavik vimos Borgarness desde el otro lado del fiordo, continuamos por la carretera 1 y para llegar a la capital pasamos un megatúnel (con peaje) que parecía que te llevaba al centro de la tierra, el primer tramo es como cuesta abajo, hasta que toca subir a la superficie y llegar a Reykjavik.

Intentamos llegar a la oficina de Avis antes de que se marchara el último shuttle a los hoteles. Es una furgoneta para 8 personas. Así que si no hay espacio te toca esperar (o joderte).

Nos tocó esperar bastante porque dos hombres holandeses estaban montando un buen pollo a las chicas porque por lo visto tuvieron un reventón, pagaron la reparación pero luego no se lo iban a reembolsar. No sé, un lío del seguro que contrataron con la agencia holandesa, que, muy típico, había olvidado enviar los papeles correspondientes a Avis en Islandia. Debe ser que les pilló a las 17 y se les cayó el boli.

Resultó que los que estábamos para el taxi éramos todos españoles, hasta el conductor!!! Nos contó, en perfecto español, que sus padres habían emigrado y él ya nació en Islandia. Como nosotras fuimos las primeras en bajarnos del coche, no nos enteramos de más :P

El hotel estaba muy céntrico (bueno, tampoco es que sea muy grande la ciudad como para no estarlo). Así que dejamos todos los bártulos y hacer turismo. Nos salió la peor tarde con diferencia, no paró de llover casi en ningún momento.

No es Reykjavik una ciudad muy bonita, la verdad (o lo mismo fue la puñetera lluvia, jeje). Aunque en el mapa parecía que estaba más lejos, tardamos ná y menos en llegar a la Hallgrimskirkja. Justo enfrente se alza la estatua de Leif Ericson (Leifur Eiríksson), el famoso vikingo que fue el primer explorador de América, aunque la fama se la llevó Colón. Vamos, que el continente pudo haber sido Leiflandia :S



De ahí a darnos un paseo al parque donde está el lago Tjörnin, a ver patitos y gansos que nos miraban con muy mala hostia, todo sea dicho.


Vimos el Ayuntamiento (mu moderno), el Parlamento (muy cuco, una no se imagina que un parlamento pueda ser tan pequeñito, pero claro, tampoco es que haya muchos habitantes por Islandia). Seguimos dando una vuelta por el paseo marítimo hasta llegar a la escultura de un barco vikingo (que parece una raspa de pescado) y volvimos al centro a comprar nuestras entradas para el Blue Lagoon para el día siguiente. De paso, preguntamos a la chica uno de los lugares indispensables en Reykjavik: el puesto de perritos calientes más famoso del mundo mundial (Bæjarins beztu pylsur) donde nos tomamos uno con todo. El señor que atendía tenía una pinta muy vikinga, todo sea dicho xD.

Y de ahí, otro paseo y al hotel.

viernes, 5 de octubre de 2012

Roadtrip por Islandia. Hablando balleno

Tras un desayuno a tope (qué tienen esos bufet-desayuno que a los españoles no hacen comer como si no hubiera mañana...) continuamos camino para llegar a Húsavík y ver ballenas.

Nos abrigamos bien para no pasar frío y dimos una vuelta por el pueblo antes de comprar los billetes para el barco.

La iglesia del pueblo es de madera y merece la pena entrar a verla. No es muy grande (como casi todas las que vimos en el viaje, los pueblos no creo que sean muy populosos) pero pueden verse los misales antiguos.

En el puerto están también el museo de ballenas (que también tiene información turística) y el museo de penes (pero creo que lo habían trasladado o algo así?).

Hay varios tours para avistar ballenas. Nosotras compramos los tickets en Húsavík Whale watching. Aceptan euros, de hecho, nos dijo directamente el precio en euros sin esperarlo. Son 54 euros por barba, pero en muchos sitios se pueden pillar descuentos de entre el 8-10%, así que merece la pena "escarbar" entre todos los papelotes que los hoteles y oficinas de turismo tienen expuestos.

Nuestro barco era el Gardar, llamado así por el primer hombre que se instaló en Islandia, el vikingo Garðar Svavarsson. Una vez que subes al barco te dan un mono bastante gordo para abrigarte y si quieres, encima te puedes poner un impermeable. Nosotras nos quedamos con el mono, ya que subimos arriba y ahí poca agua nos daba. Eso sí, los pies se quedan bastante fríos. Ese día hay que abrigarse bien.

El viaje dura unas 3 horas: una de salida desde el puerto hacia la bahía, una hora para seguir ballenas y la última para volver. La bahía de Húsavík se llama Skjálfandi, o la bahía temblorosa. El viaje no fue muy calmado, no, lo del nombre le iba muy bien.

Saliendo del puerto, al poco rato aparece la isla de Lundey, donde anidan gran cantidad de frailecillos (lundi, en islandés). Desafortunadamente, nos dijeron que emigran al sur a finales de agosto, por lo que no vimos ninguno :_(

Mi hermana y yo cogimos cierto malestar en el trayecto, pero cuando por fin paramos y vimos la primera ballena se nos pasó todo. Es impresionante ver el chorro de aire que sueltan al salir a respirar y ver la aleta batir antes de entrar a bucear.


Tuvimos mucha suerte y pillamos a 3 ballenas que viajaban juntas. La chica que nos iba retransmitiendo la jugada desde el barco nos contó que era algo bastante raro. Eran ballenas jorobadas. Las estuvimos acosando toda la hora. Ya solo les faltó saludar con la aleta.

En un par de momentos las ballenas estaban cerquísima, en frente de nosotras. Se oye el "fuuu" del aire cuando respiran!!
 
Después de nuestra hora de vuelta, nos dimos una vueltecilla a ver dónde podíamos comer. En el puerto hay varios lugares, pero nos llamó la atención un lugar más familiar que cualquier restaurante y nos metimos allí. Resulta que hacían pinchos de verduras y pescado. Y como teníamos frío, nos tomamos antes una sopa de pescado que nos sentó divina.

Tras cargar las baterías, continuamos el viaje hacia la carretera circular en dirección a Akureyri. En el camino nos encontramos con la siguiente catarata: Goðafoss, la cascada de los dioses, llamada así porque cuando se convirtieron al cristianismo, tiraron a la cascada las estatuas de los antiguos dioses.

Y ya de camino a Akureyri, la cuarta ciudad más grande de Islandia, que se encuentra en el fiordo Eyjafjörður.
Fuimos a la oficina de turismo a que nos dijeran qué ver y nos dimos un garbeo por el centro y el casco antiguo. Vimos la iglesia y caminamos hasta el jardín botánico, buscamos en el centro la casa más antigua y ya bastante tarde nos fuimos a buscar nuestro hotel en Varmahlíð pasando por el valle Öxnadalsheiði.