Esta primavera estaba siendo más triste que nunca: frío, lluvia, días grises. Pero de repente, desde el fin de semana pasado la cosa ha mejorado enormemente: sol, calor, algún chaparrón tormentoso, pero sigue con calor. Salimos a comer fuera en el trabajo, al solecito, gafas de sol, crema para el sol...
Así que después de ir ayer a cenar con sandalias (¡sí, las que me compré hace un par de meses y pensaba que las iba a estrenar en España este verano!), pues hoy casi de verano: sin chaqueta, zapatos abiertos (sin media, claro). Toda feliz disfrutando del calor.
Pues claro, hoy en clase de holandés vemos unas nubes grises oscuras, rayos, truenos, y justo cuando termina la clase y cogemos nuestras cosas, se abren los cielos y sueltan cubos de agua. Y los vientos se desatan. Estábamos 3 compañeros (2 españoles, una portuguesa) esperando en la puerta valorando el panorama. Impresionante. Diluvio con viento. El párking empezaba a inundarse y nosotros, ilusos, con un optimismo idiota pensando que quizá "pararía en 5 minutos". Y el coche a la otra punta del aparcamiento.
Uf.
Pues una compañera se ha quitado sus zapatos, los ha metido en una bolsa, nos ha dejado su bolso y ha salido a buscar su coche y rescatarnos. Pobre. En esos pocos metros se ha empapado. Nos ha dejado frente a nuestro coche, hemos saltado y para la carretera. ¡Qué forma de llover! Y el viento encima lanzando con fuerza la lluvia contra las ventanillas. Resultado: se veía menos que en boca del lobo.
Al ratito de ir por la carretera hemos parado en una gasolinera para no pegárnosla. Luego cuando parecía que había amainado un poco, por lo menos los granizos ya no pegaban con fuerza, hemos continuado.
Parecía que escapábamos de la tormenta. Hemos llamado a la compañera del coche para preguntar cómo iba la cosa por Boxmeer y seguía lloviendo a cántaros. Mañana la oficina inundada, fijo, como aquella otra vez.
...Y ahora la tormenta está aquíii...
No hay comentarios:
Publicar un comentario