lunes, 29 de marzo de 2010

Soy imbécil...

... esta mañana me he dejado la llave de la bici puesta. Pero los holandeses no son tan imbéciles como para llevarse ese trasto y ya está de vuelta en casa.

jueves, 18 de marzo de 2010

De visitas, casas, hacienda y otras cosas

Bueno, parece que me cuesta escribir por aquí, casi tanto como terminar de subir la cuesta en la calle antes de llegar a casa (algún día lo conseguiré; ya si es con mi actual bici ya no sé yo).
En fin, últimas novedades: Helena y yo hemos estado buscando una casa para compartir más cerca del centro desde enero. Al principio era muy frustrante que nadie nos llamara, hasta que descubrimos cómo llamar su atención: escribir desde el email del trabajo, con la firma, diciendo que trabajamos (por más que decíamos que no eramos estudiantes yo creo que seguían pensándolo). Y así conseguimos 4 visitas para 4 casas en una semana. Toma ya.
Tras las visitas nos enamoramos de una casa y fuimos a por ella. Ya tenemos todos los papeles que nos piden en la agencia y hoy nos escriben diciendo que la dueña de la casa, que vive en Nueva York, va a estar esta semana aquí y quiere conocernos. Y van y nos sueltan que viene a nuestra casa donde vivimos ahora!! ¡Quéeeeeeeeeeeeeeeee?! Ni de coña, Helena se ha puesto como una fiera y al final el email polite lo he tenido que escribir yo diciendo que casi que no.
Ya os contaré, cada día que pasa flipo más en este país.
El fin de semana pasado tuve vista. Glori y Charo se dejaron caer por aquí. Y empiezo a pensar que tengo un cierto gafe con las visitas: en Navidades mi familia se quedó a punto de no poder volar a Holanda y el viernes mis amigas llegaron después de dar mil y una vueltas por el país porque por lo visto las vías del tren entre Utrecht y no se qué ciudad no iban bien por un incendio. En fin, que lo pasamos muy bien y no les llovió casi nada. Además nos fuimos al Café Jos a probar la carta de cervezas :D
Es la época de hacer la declaración de la renta y las siempre eficientes trabajadoras de recursos humanos se olvidaron de ponerme en la lista de gente que recibe ayuda de un asesor (o como se diga el que te hace la declaración). En fin, que después de decirme que no me correspondía la ayuda porque llevaba más de un año aquí y de la respuesta super borde que les mandé por email se acojonaron y me llamaron por teléfono para decir que lo arreglarían para que me ayudara el asesor. No hay nada como ser borde para que las tías estas trabajen algo y se dejen ya de tener hijos como conejas, coño, que cada vez que vas allí o te encuentras que están de baja por maternidad o con un bombo que parecen una mesa camilla. El caso es que tendré que hacer la declaración por primera vez en mi vida y encima en holandés, ozú.
Hoy por fin ha empezado a notarse algo que la primavera está a la vuelta de la esquina. Qué gusto ver el sol y no tener lluvia, aunque creo que va a durar poco.
Por cierto, qué difícil es doblar las camas hinchables y volver a meterlas a capón en la bolsa de lona, puf.
Otra cosa: hemos descubierto que el dueño de esta casa se viene aquí a fumarse los porros. O eso pensamos, porque de vez en cuando hay un olor a marihuana en el pasillo que lo flipas y nosotras no somos. A lo mejor por eso el hombre va siempre tan dicharachero. Cada día más ganas de irme de esta casa xD

lunes, 1 de marzo de 2010

Mi nueva bici, capítulo chorrocientos

Fruto de una noche de alcohol y desenfreno (pero no por mi parte) mi bici boxmiriana sufrió un percance que me dejó un jueves con cara de lela delante de una bici lo más parecida a un muelle. Algún gigante holandés se debió caer encima o le cayó gorda la pobre. Así que a caminar.
En un intento de salvar su triste vida me la llevé a cuestas al taller que está al final de la calle casi. Estaba de cuadro yo tirando de "eso", por llamar al amasijo de alguna forma. Ya cuando me quedaban unos 100 metros como máximo un chico se apiadó de mi y me dijo que la llevara a un taller que estaba ahí cerca. Ja, me parto, le tenía que haber dicho. En cambio solo le contesté que era ahí donde iba. Y me ayudó a llevarla hasta el callejón.
Una vez allí el mecánico me dijo que no podía hacer nada por su vida. Yo supliqué "no, por dios, tienes que hacer todo lo que esté en tu mano, no puedo perderla". Pero fue inútil.
En cambio le di pena al chico (fíjate tú, tengo una cara que hace que le dé penilla a los chicos y me ayuden con la maleta, con la bici... lo malo de esa cara es que también hace que los solidarios y los religiosos me paren a darme el coñazo :S) y me dijo que conocía a un hombre mayor que dedica el tiempo libre a hacer bicis de segunda mano. Mira, otros jubiletas se dedican a pasear al perro. Este tiene un hobby que a mi me ha venido de perlas.
El mecánico buenorro (ah, ¿que no lo he dicho? es el primer holandés del que me he enamorado a primera vista, mira que estoy por romper la bici para volver...) me dijo que él llamaba al hombre y me conseguía una bici barata.
Y lo prometido es deuda. Hoy me estaba esperando una bici monísima por 60 euros y con todo, todo, todo: el timbre, las luces, el cepo, los frenos en el manillar como dios manda y hasta me han bajado el sillín para que no me parta la cabeza a las primeras de cambio. Así me gustan las compras.