domingo, 30 de octubre de 2011

¿Cuál es tu estación preferida?

Siempre que me preguntaban esto respondía casi sin pensar: la primavera. Suficiente calor, la naturaleza parece en explosión de vida (lamentablemente eso incluye toda clase de insectos), empieza a haber cada día más luz...

Pero hace poco tiempo empecé a apreciar más el otoño. A pesar de que es muy bonito ver cómo los árboles desnudos empiezan a tener brotes y se cubren de verde, los colores no son tan llamativos como en el otoño. Ocres, verdes, amarillos, bermellón... Y cada árbol parece querer mostrar su propia personalidad entre un grupo de muchos.

Estamos en el momento de la estación en que muchos árboles empiezan a no tener ninguna hoja, pero al mismo tiempo, todos han mostrado sus colores, y en un paseo puedes encontrar cosas como éstas:



jueves, 27 de octubre de 2011

Momento surrealista del día

Llego hoy al gimnasio y resulta que no ha habido clase antes porque la gente está de vacaciones y no ha ido ni perry a, atención al nombrecito, Sh'bam (tu padre, por si acaso). Así que me voy a cambiar, subo y ya había alguien más esperando. El caso es que me siento y veo que en la mesa de al lado hay un hombre de unos, no sé, entre 45 y 50 años, de pelo largo, calvo y con coleta, esa combinación tan maravillosa de siempre, y con el chándal. Leyendo el periódico, pues no sé, un poco raro.

Sube la profesora a encender las luces y todo el tinglado y subimos para clase. En principio la cosa pinta chunga, solo estamos 3. Luego veo que llega ese mismo hombre a la sala. Coño, se habrá equivocado. ¿En serio que va a participar en la clase de bodyjam?

Aclaración: el hombre no parecía gay. Iba con su chándal, su coleta baja con la mitad de los abuelos fuera, barba. Con estilo. Le faltaba la birra en la mano.

Pues sí, va a bailar. Una sonrisa se me empieza a escapar por la comisura de los labios, pero me muerdo los carrillos y aguanto. Empezamos a bailar y yo a lo mío. Pero cada vez que giramos o la profesora se mueve y le veo en el espejo, me desconcentro. ¡Qué estilazo! ¡Qué forma de hacer círculos con las caderas! Sexy schouders! (hombros sexys). ¡Oyoyoyoy!

En los momentos en que me dejaba distraer y lo miraba bailar pensaba ¿pero es que este tío ha venido de verdad a bailar para ponerse buenorro? ¿o más bien ha venido a vernos mover el cucu? Porque oye, yo estoy segura que la mitad de los tíos que pasan por la calle se ponían a hacer estos ejercicios y acababan con la lengua fuera del cansancio y medio muertos. O ahora me viene a la cabeza el video de los de la Radio 1 de la BBC:



O lo mismo éramos víctimas de una cámara oculta... Yo creo que es esto último.

domingo, 23 de octubre de 2011

Should I stay or should I go

Momento difícil... me voy de paseo, aprovechando que hace sol (aunque un frío de cojones) o me quedo en casa dormitando y luego viendo otro de Breaking bad...

Difícil decisión...


Porque, parece mentira las veces que los domingos pesan en tu cuerpo, te hacen moverte más despacio, una simple actividad como cambiar las sábanas, poner la lavadora o recoger la ropa (ya no decir planchar, que eso es un mundo), requieren tanta energía que solo de pensar que tienes que hacerlo ya estás cansado.

Creo que me quedo en casa... O no, ya veré. Tengo que pensarlo un poco más.

domingo, 9 de octubre de 2011

A blast from the past

Directamente desde el pasado de mi infancia, paso por la calle y, ¿qué ven mis ojos? Los froto, vuelvo a mirar, no, no puede ser. Será otro modelo, no, espera, que sí, que sí, que es...

¡Sí! El color no coincide, pero ahí está: el Citroën GS pallas!! Los pilotos de atrás son inconfundibles. Y de repente me siento como hace tantos años atrás. Recuerdo el olor, cómo era el tacto de la tapicería de los asientos (que picaba y daba mucho calor), el trapo de limpiar las ventanas cuando se empañaban por dentro, el sonido de la ventanilla al bajarla con la manivela, el sonido del intermitente, la funda del volante, el asiento de bolas para el conductor y después para el copiloto también, la forma del retrovisor izquierdo (aún no había llegado el derecho), que no había cinturones, que cuando tuvimos el golpe enfrente del centro comercial yo iba con el walkman y empotré los morros en el asiento de mi padre.

Todos los recuerdos de golpe: las vacaciones, el levantarse temprano para "no ir con la calor", que arrancabas y había que esperar a que subiera el coche porque la amortiguación era hidráulica, las veces que tuve que manejar el volante mientras mi padre empujaba el coche para meterlo en el garaje sin tener que arrancar, las veces que habré vomitado en el coche de pequeña, lo difícil que era encontrar un sitio donde entrara, el recuerdo de las luces frontales iluminando y los mosquitos arremolinados alrededor, el calor que salía del capó, cómo era el maletero, la radio del coche, que era como un ladrillo y se le caían los botones. Aún recuerdo la vez que mi padre, al salir de casa, me dio el bolso donde lo llevábamos y me advirtió de que no se me cayeran para, a los dos segundos, ver cómo rodaban un par calle abajo.

Ay... y los últimos estertores del León, cómo iban dando explosioncillas las bujías y avanzábamos a trompicones en su último viaje.

¡Qué de recuerdos en un coche aparcado en una calle, en otro país, en otro mundo!

martes, 4 de octubre de 2011

Empieza muy bien...


Pero el final es un poco WTF!! (¡¡pero qué coño!!!). No sé yo si hoy en día eso de aparearse estará de moda. Lo mismo es que ahora los documentales de La2 son lo más de lo más.

Nusé.