domingo, 2 de agosto de 2009

Nos sacamos de paseo


Ayer nos fuimos de excursión al zoo. No fue la típica excursión de cole, con la mochila y el bocadillo, pero tuvo algo de aquellas salidas infantiles.
Hacía ya unos cuantos años que no pisaba un zoo, y la verdad es que no me puedo creer que hayan pasado más de 10 años desde entonces. Soy muy consciente de que ver un animal en una jaula de zoo, por muy disimulada que esté es como comerse una hamburguesa de tofu, pero menos da una piedra, ¿no?
Así que aprovechamos bien el día y nos pateamos el zoo de arriba a abajo. Empezando por los pingüinos de la entrada hasta los leones de la sabana metidos entre las perennes verdes praderas holandesas.

Vimos suricatos saludando, pájaros trotando por el camino, tortugas debajo de lámparas de calor, serpientes echando una cabezadita, chimpancés pescando hojas en el agua, monos saltando para nuestro deleite y jirafas a lo lejos.
También sentí cierta decepción ante las grandes expectativas que nos creó el propio zoo. Tanto bombo con el tigre para que luego lo viéramos desde una grandísima distancia a través de un cristal y de espaldas a nosotros. Es la gran venganza de los animales. Ellos están obligados a permanecer allí, pero eso no quiere decir que tengan que posar. Me irritó bastante la gente que no hacía más que golpear el cristal una y otra vez esperando a que el animal hiciera cucamonas ante su cámara de vídeo. Desagradable. Pero así es el padre que lleva a sus hijos al zoo.
Gracias a Esther tenemos un reportaje fotográfico de cada bichillo que había en el zoo y un gran recuerdo para todos los que fuimos. A ver si me pasa las cerca de 400 fotos que sacó. Yo me tuve que conformar con lo que aguantaron mis pilas alcalinas. Aquí algunos ejemplos.
Al final de la tarde estábamos destrozados, pero muy contentos, igualito que en las excursiones del cole.

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