miércoles, 16 de noviembre de 2011

Crónicas de Willy Fogg (II): en el super-mega-hotel

6:35 de la mañana, se oyen gritos en la habitación. Pero no es mi habitación, es la de al lado. ¿Gritos? No, más bien hablando a voces. Algo parecido al chino. Claro, tenía que ser a mí a quien le tocara tener a unos chinos chillones al lado. Joder. Me busco los tapones e intento volver a dormirme. Los sigo escuchando, pero me puede el cansancio.

La tecnología está en mi contra. Intento salir del hotel para ir a dar una vuelta por el pueblo, y cuando la puerta automática giratoria está a punto de dejarme salir, se lo piensa mejor. Atrapada sin poder ir ni hacia fuera ni hacia dentro. Empujo la puerta. Nada. Me muevo. Nada. Vuelvo a empujar con más ganas. Nada de nada. Coño. Vaya mierda de semana y solo estamos a lunes. Mientras rebusco en mi bolso para encontrar la llave y mirar a ver si hay un número de teléfono para decir en recepción que me tienen que rescatar, aparece un hombre por fuera, se mueve delante de la puerta y tachán tachán, empieza a moverse. Conclusión: debo estar súper delgada para que la puñetera puerta no me detecte. O eso, o soy un fantasma. Uuuh.

Empiezo a caminar. La niebla está tan baja que a penas se ve a 10 metros. Empezamos bien el paseo. Un frío de la leche y sin ver ni jota. No sé cómo pero mis pasos me han llevado enfrente de la oficina de turismo. Oigo "excuse me, excuse me" y una chica me dice que si puede hacerme una pregunta. Vacilantemente digo que sí y me suelta "anda, no serás española". Debo tenerlo tatuado. Me pregunta dónde están los parquímetros, le digo que venga a la oficina de turismo conmigo que lo sabrán mejor que yo que llevo 5 minutos en las calles del pueblo.

Una vez allí pillo un folleto para darme un paseo por el pueblo al módico precio de 3,5 euros!!! Me vienen a la cabeza todas las guías Lonely planet que tengo descargadas. En fin. Un frío de la lecheee. Dos horas después me he recorrido el pueblecito costero, hecho fotos, subido a un punto para ver las vistas del pueblo. La primera vez que he subido se veía niebla, me viene a la cabeza el libro de Stephen King; la segunda vez por fin he visto las vistas.

En cualquier caso vuelvo después de comer y me arreglo para la conferencia. Termina la conferencia, cenamos snacks de mierda holandeses. ¡Qué ascazo! Yo que había visto un restaurante italiano y otro griego en el pueblo tengo que comer eso y a esas horas. En fin, mañana me voy a resarcir, dudo entre la lubina a la sal o algo del griego. Mmm.

¿Y qué me espera al subir a la habitación? ¡¡LOS CHINOS GRITANDO!!

(en diferido, again)

No hay comentarios:

Publicar un comentario