martes, 9 de abril de 2013

Adiós, avión, adiós

Es la primera vez que pierdo un avión. Y nunca pensé que sería por lo bien que funcionan las vías ferroviarias en Holanda.

Ayer tenía que haber volado a Barcelona. Como iba en low cost y no tenía que facturar, tan solo pasar el control de seguridad y marchar, cogí el tren de forma que solo tuviera que estar una hora en el aeropuerto.

Craso error, visto el resultado.

Para empezar, al llegar a Arnhem nos hicieron bajar del tren porque no iba ya para Schiphol. La primera en la frente. ¿Por qué? Ah, bueno, eso ya no me lo supieron decir.

Así que a esperar 15 minutos para coger el tren que iba a Den Helder parando en Utrecht donde tendría que cambiar de tren para el aeropuerto.

Resultó ser el mismo tren que antes pero al que le cambiaron el cartel. ¡Qué apañaos!

Pues nada, ya en ese tren nos anuncian que hay que darle paso al tren internacional y ahí, ahí empezó la tortura. Juraría que si hubiera ido andando junto al tren habría llegado antes. Trayectos de 15 minutos que se convierten en 40. Y así acumulándose hasta llegar a Utrecht con más de 30 minutos de retraso, que ya hicieron que el siguiente tren que salía al aeropuerto fuera una pérdida de tiempo, porque ya perdía el avión.

Y de vuelta al tren. Iba tan lleno en el trayecto de vuelta que tuvimos que ir de pie apiñaditos. La verdad es que me hizo sentirme un poco como en casa, esas mañanas asardinados en la línea circular cuando te subías en Laguna. Que en pleno invierno ibas sudando hasta el punto de medio desmayarte.

Por lo menos aquí no llevaba el sobaco de nadie cerca de la cara. Afortunadamente, porque creo que habría muerto en la cámara de gas.

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