domingo, 14 de abril de 2013

Bolonia: la pizza que se salía del plato

Jo, hace ya casi un mes que estuve en Bolonia y al final entre gripazos y otras cosas, no seguí con ello.

Así que voy a hacerlo por temas. Ahora, los sitios para comer que visitamos.

La verdad es que eso de que uno de los epítetos de la ciudad sea "la gorda" lo entiendo perfectísimamente. Durante los casi 4 días que pasamos allí me sentí llena en copete y alguna noche me salté la cena porque seguía rumiando la comida. Ozú.

La primera noche la verdad es que no nos sentíamos muy aventureros y con lo cansados que estábamos acabamos en un restaurante en Via Broccaindosso, Scacco Matto. Resultó ser un sitio digamos de pitiminí, que estaba llenísimo y que salió un poco caro. Pero estaba todo muy bueno. Yo pedí una sopa de pescado con habas y estaba que resucitaba a un muerto. Las cantidades no eran muchas, pero saciaba. Y sinceramente, estaba tan cansada que fue comer algo y a la piltra.

Al día siguiente, después de una pateada por la ciudad, paramos en un restaurante llamado Osteria delle doncelle. Nada del otro mundo. Pan boloñés, plato principal, postre y café. Veinte euros por barba. Lo más exótico del lugar es que servían...

¿A quién no le apetece un osito?

Esa noche decidimos probar las pizzas y fuimos a una pizzería famosa entre la juventud de la ciudad: Pizzeria Spacca Napoli, en la Via San Vitale 45. Decir que las pizzas se salen del plato es subestimarlas. No recomiendo pedir una para sola una persona a no ser que tengáis tanta hambre que os comeríais un cerdo entero, literalmente. Mejor una para 2 (o 3).

 Comparación con mi manica
Estaba riquísima, pero aunque tenía hambre no fui capaz de pasar de la mitad, y ya con problemas de respiración, jeje. Da mucha pena dejarse tanta comida en el plato (y fuera de él), así que no cometáis el mismo error y pedid una para dos! Creo que esas dos monstruosidades y las bebidas nos salieron por menos de 20 euros, pero mi memoria está fatal.

Los calzone también se salen del plato
Esa noche tuvimos pesadillas mientras el cuerpo trataba de asimilar tanta comida.

Al día siguiente decidimos quemar tanta comida e irnos a caminar por la ciudad y hacia el santuario. Así que buscamos algo de camino.

Acabamos en Pasta fresca Naldi, un negocio familiar de comida para llevar. Cocinan todo tipo de pasta, riquísima. Yo escogí tagiatella al ragú (o a la boloñesa) para cargar las pilas. También es muy barato, en torno a 7-10 euros (dependiendo del tipo de pasta y salsa que escojas). La pasta es casera, se nota en el sabor y la textura. El sitio es muy pequeñito, no está hecho para comer allí aunque tienen un par de mesas con sillas.

Las señoras son un amor y nos despidieron efusivamente lanzándonos hasta besos. Muy recomendable. Comida tradicional y casera, a la par que económica, qué más se puede pedir.

Esa noche estábamos tan llenos que nos dimos un descanso para rumiar lo que llevábamos. Algo de fruta y ya.

Y por fin el último día, nos liamos con un par de museos y salimos francamente tarde a comer. Tanto, que nos pilló con la cocina cerrada! Y nosotros con más hambre que el perro de un ciego!

Intentamos ir a Rosso, un restaurante con menú del día por 10 euros. Pero también estaba cerrado. Así que dando una vueltecica por los alrededores por fin encontramos un sitio donde poder reponer fuerzas. Y encontramos el Caffé Opera e tulipani. Momentazo con la camarera a la hora de pedir, porque yo con la falta de azúcar no podía pensar y no entendía mitad de lo que me decía, un intento en inglés acabó siendo una conversación de besugos y lo que pedimos al final resultaron ser albóndigas (muy ricas, por cierto), pero que no se parecía a lo que pensamos en un momento. Lo mejor fue la tarta de postre y la atmósfera del café :)

2 comentarios:

  1. Madre mía!! Os pusisteis hasta arriba!
    Jo, buen provecho!!!!!

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  2. Sí, sí, lo de llamar a la ciudad "la gorda" no es por nada, jaja.

    Esas pizzas son monstruosas! No me imagino a nadie dejando el plato sin migas, la verdad :P

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