lunes, 9 de julio de 2012

Yo y mis circunstancias (II)

Lugar: cercanías de vuelta a casa. Hora: 5:45 de la mañana. Situación: estoy en el asiento pegado a la ventana de esos grupos de cuatro, medio muerta, dando cabezaditas. Llegando ya para Puente alcocer, el chico que en Atocha me ha preguntado si ese era el tren para Puente Alcocer me pregunta: "¿Y tú para dónde vas?" y me hace ojitos. Abro un poco más los ojos y a través de las legañas que empiezan a formarse le veo todo delgado, lleno de granos y parece como que en vez de afeitarse el bigote se lo depiló con cera. "¿Esta no es ya tu parada? Yo sigo un poco más". En plan, déjame niño, que tengo sueño. Y me sigue preguntando con vocecilla, que, supongo, para él es su voz de ligar. "¿Pero vives muy lejos?", me descojono un poco (también es que seguía aún un poco alcoholizada), "Uy, sí, en Holanda" (y me voy en este tren). Como estaba un poco dormida no recuerdo muy bien la conversación, pero me preguntó mi edad, se la dije, y entonces, en plan ya cabrona, le dije: "Y déjame adivinar, tú debes tener 22". Pues tenía 21, pero es que cumplía los 22 ese año. Ains. Estos yogurines. Me dijo que no aparentaba mi edad (pero por dios! tanto como para que me entre uno de 21!!!), que era muy guapa y que si me acompañaba a casa. Pues no. "Y me acompañas tú a la míaaa?". No. Y seguí durmiendo.

Lugar: la calle para la estación. Hora: 18:10 de la tarde. Situación: voy andando por la calle para ir a la estación de tren. Como he quedado con unos amigos a tomar unas cañas, voy con un vestido, unas sandalias sin tacón y un bolso. Gafas de sol para no quedarme ciega. Me aproximo a un bar que está en una esquina. Tres hombres de entre, no sé, 45 y 60 hablan animadamente. De repente cuando paso noto los ojos de uno, otro sigue hablando y se callan. A los 2 metros oigo: "Eso sí que es una mujer". Joder, debe ser que a estos no los engañé con la edad.

PD. Acaban de decir en las noticias que un jugador de la Sub-21 de fútbol se ha tenido que ir para casa porque tenía varicela. Aparentemente, no soy la única que sufre de "don de la oportunidad". Pobre.

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