viernes, 5 de octubre de 2012

Roadtrip por Islandia. Hablando balleno

Tras un desayuno a tope (qué tienen esos bufet-desayuno que a los españoles no hacen comer como si no hubiera mañana...) continuamos camino para llegar a Húsavík y ver ballenas.

Nos abrigamos bien para no pasar frío y dimos una vuelta por el pueblo antes de comprar los billetes para el barco.

La iglesia del pueblo es de madera y merece la pena entrar a verla. No es muy grande (como casi todas las que vimos en el viaje, los pueblos no creo que sean muy populosos) pero pueden verse los misales antiguos.

En el puerto están también el museo de ballenas (que también tiene información turística) y el museo de penes (pero creo que lo habían trasladado o algo así?).

Hay varios tours para avistar ballenas. Nosotras compramos los tickets en Húsavík Whale watching. Aceptan euros, de hecho, nos dijo directamente el precio en euros sin esperarlo. Son 54 euros por barba, pero en muchos sitios se pueden pillar descuentos de entre el 8-10%, así que merece la pena "escarbar" entre todos los papelotes que los hoteles y oficinas de turismo tienen expuestos.

Nuestro barco era el Gardar, llamado así por el primer hombre que se instaló en Islandia, el vikingo Garðar Svavarsson. Una vez que subes al barco te dan un mono bastante gordo para abrigarte y si quieres, encima te puedes poner un impermeable. Nosotras nos quedamos con el mono, ya que subimos arriba y ahí poca agua nos daba. Eso sí, los pies se quedan bastante fríos. Ese día hay que abrigarse bien.

El viaje dura unas 3 horas: una de salida desde el puerto hacia la bahía, una hora para seguir ballenas y la última para volver. La bahía de Húsavík se llama Skjálfandi, o la bahía temblorosa. El viaje no fue muy calmado, no, lo del nombre le iba muy bien.

Saliendo del puerto, al poco rato aparece la isla de Lundey, donde anidan gran cantidad de frailecillos (lundi, en islandés). Desafortunadamente, nos dijeron que emigran al sur a finales de agosto, por lo que no vimos ninguno :_(

Mi hermana y yo cogimos cierto malestar en el trayecto, pero cuando por fin paramos y vimos la primera ballena se nos pasó todo. Es impresionante ver el chorro de aire que sueltan al salir a respirar y ver la aleta batir antes de entrar a bucear.


Tuvimos mucha suerte y pillamos a 3 ballenas que viajaban juntas. La chica que nos iba retransmitiendo la jugada desde el barco nos contó que era algo bastante raro. Eran ballenas jorobadas. Las estuvimos acosando toda la hora. Ya solo les faltó saludar con la aleta.

En un par de momentos las ballenas estaban cerquísima, en frente de nosotras. Se oye el "fuuu" del aire cuando respiran!!
 
Después de nuestra hora de vuelta, nos dimos una vueltecilla a ver dónde podíamos comer. En el puerto hay varios lugares, pero nos llamó la atención un lugar más familiar que cualquier restaurante y nos metimos allí. Resulta que hacían pinchos de verduras y pescado. Y como teníamos frío, nos tomamos antes una sopa de pescado que nos sentó divina.

Tras cargar las baterías, continuamos el viaje hacia la carretera circular en dirección a Akureyri. En el camino nos encontramos con la siguiente catarata: Goðafoss, la cascada de los dioses, llamada así porque cuando se convirtieron al cristianismo, tiraron a la cascada las estatuas de los antiguos dioses.

Y ya de camino a Akureyri, la cuarta ciudad más grande de Islandia, que se encuentra en el fiordo Eyjafjörður.
Fuimos a la oficina de turismo a que nos dijeran qué ver y nos dimos un garbeo por el centro y el casco antiguo. Vimos la iglesia y caminamos hasta el jardín botánico, buscamos en el centro la casa más antigua y ya bastante tarde nos fuimos a buscar nuestro hotel en Varmahlíð pasando por el valle Öxnadalsheiði.

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